A los asesinos seriales, los pudo haber provocado el envenenamiento por plomo
Por Adán Salgado Andrade
Ted Bundy (1946-1989), fue un asesino serial, famoso por su gran carisma, pues era bien parecido y hasta simpático. Viajaba en un Volkswagen y con su “encanto”, convencía a sus víctimas, de que les daría un aventón a donde fueran. Se le atribuyen unos 30 asesinatos de mujeres de todos tipos. Una sobreviviente, Katy Kleiner, ha dado su testimonio de cómo pudo salvarse de ser asesinada por ese psicópata, cuando la asaltó en la casa de huéspedes en donde ella vivía y le dio dos garrotazos, pero gracias a que las cortinas del cuarto en donde ella se hospedaba estaban abiertas, un auto que llegaba iluminó la habitación con sus luces. Bundy, creyéndose sorprendido, se alejó a toda prisa del sitio y por eso Kleiner sobrevivió al ataque, aunque el garrotazo, le rompió la quijada en tres partes y debió de estar en rehabilitación muchos meses (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/09/kathy-kleiner-sobrevivio-un-ataque-del.html).
Otro asesino serial es Gary Ridgway (1949), conocido como el “Asesino del Río Verde” (Green River Killer) considerado el más “prolífico” asesino serial de Estados Unidos, atribuyéndosele unos 48 asesinatos, sobre todo, de trabajadoras sexuales. Como ayudó a localizar a varias en los sitios en donde las había ocultado y sepultado, le conmutaron la sentencia a muerte, que Bundy no pudo evitar, por sentencia de por vida (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Gary_Ridgway).
Uno más fue Richard Ramirez (1960-2013), hijo de inmigrantes mexicanos, conocido como el Night Stalker (asaltador nocturno), pues por varios meses, entre 1984 y 1985, irrumpió en casas de Los Ángeles y San Francisco, en donde asesinaba a sus ocupantes y robaba cuanto podía. Fue capturado en 1985, cuando una turba casi lo lincha. Y se le sentenció a muerte, pero luego de muchas apelaciones, finalmente murió en el 2013, de leucemia (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Richard_Ramirez).
Y otro, James Oliver Huberty (1942-1984), realizó una matanza en un restaurante de McDonald’s, conocida como la Masacre de San Ysidro en donde asesinó a 22 personas, “incluyendo a un recién nacido, e hirió a 19 más, antes de ser abatido por un policía”. Lamentablemente su homicida “hazaña” ha sido superada con creces por otros psicópatas (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/San_Ysidro_McDonald%27s_massacre).
¿Qué tenían en común esos cuatro psicópatas asesinos? Haber nacido en zonas industriales o mineras en donde se producían constantes emanaciones de tóxicos, entre ellos, el plomo, o exponerse a éste. Bundy nació en Burlington, Vermont, cerca de una fundidora y procesadora de metales. Ridgway nació en Salt Lake City, Utah, también cerca de una zona industrial, en donde la calidad del aire es mala casi todo el año, pero además trabajó 30 años como pintor de camiones, respirando el plomo de la pintura.
En tanto que Ramirez nació en EL Paso, Texas, en donde el grupo minero Asarco tenía una fundidora y muchas otras operaciones mineras.
Y Oliver trabajó varios años como soldador, teniendo que soportar emanaciones de cadmio que, dijo, “me hacían enloquecer”.
El libro Murderland, recientemente publicado, escrito por Caroline Fraser (1961), autora nacida en Seattle, Washington, sostiene la convincente teoría de que esos asesinos y otros 300 más que estuvieron activos en los 1970’s y 1980’s, en el noroeste de Estados Unidos, fueron producto de envenenamiento por plomo (ver: https://www.theguardian.com/books/2025/jul/01/murderland-by-caroline-fraser-review-what-was-behind-the-1970s-serial-killer-epidemic).
El plomo, está comprobado, afecta seriamente al sistema nervioso, sobre todo, en niños, los que desarrollan problemas de comportamiento (ver: https://www.niehs.nih.gov/health/topics/agents/lead).
Es lo que expone el podcast de The Guardian, conducido por Michael Safi, quien entrevistó a Fraser (ver: https://www.theguardian.com/news/audio/2025/aug/01/lead-poisoning-create-generation-us-serial-killers-podcast).
Dice Fraser que en los 1970’s y 1980’s, la región del noroeste de Estados Unidos, “produjo decenas de asesinos seriales, que asolaron la región: Ted Bundy, Gary Ridgway, Charles Manson, el asesino de la caja, el tirador fantasma, el cinco ojos, el asesino de la reina, el asesino del índice, el asesino de la cara feliz, el asesino del río verde… y muchos más”. Señala que los 1970’s fueron los años con los más altos índices de asesinatos que haya tenido Estados Unidos y que la mayoría de los hombres eran violentos, “mi papá era violento, así como mis hermanos y compañeros de clase, y es lo que aprendí de niña, que rápidamente se enojaban y como no teníamos forma de comparar, pensábamos que era algo normal. Recuerdo que un día, un hombre que vivía enfrente de mi casa, una vez hizo estallar la suya y luego se suicidó. Por fortuna, su esposa y sus hijas sobrevivieron, pero eso puede dar cuenta de lo violentos que eran los hombres y que siguen siendo, claro”.
Dice que cuando tenía 13 años, en 1974, se dio cuenta de la acción de los asesinos seriales, “pues muchas mujeres comenzaron a desaparecer o sus cadáveres fueron hallados”.
Fraser sostiene que el envenenamiento con plomo debe de ser uno de los factores que contribuyeron a ese comportamiento psicopático, asesino, “por tantas industrias y fundidoras que producían metales y que emitían plomo, entre otros peligrosos tóxicos, muy dañinos para la salud”.
Explica que el plomo es un veneno, y que no hay niveles seguros, “simplemente, si está en el organismo, en la cantidad que sea, es tóxico y dañino”. “Hay muchos estudios que demuestran que niños que sufrieron envenenamiento con plomo, presentan comportamientos anómalos, justo como los de los asesinos seriales”.
“En Filadelfia, sitio en donde hay muchas fundidoras, también se han dado gran cantidad de asesinos seriales, así que esta teoría tiene mucho peso. Uno de los asesinos, el Night Stalker, Richard Ramirez, nació en El Paso Texas, cerca de donde operaba una fundidora del grupo Asarco, que también emitía grandes cantidades de plomo. Y hay evidencia que correlaciona a la vecina Ciudad Juárez, con los horribles asesinatos que se dieron en los 1970’s y 1980’s, con toda esa altísima contaminación”, señala Fraser.
Pudiera ser parte de la explicación de porqué se dio esa ola de asesinatos en Ciudad Juárez, pero aunque han disminuido, se siguen dando crímenes contra mujeres. El documental “Bajo Juárez”, del 2006, dirigido por Alejandra Sánchez Orozco y José Antonio Cordero expone esa serie de atrocidades que, se cree, fueron la mayoría cometidas por familias adineradas del lugar, para ver cuál podía tener más chicas asesinadas y sepultadas en sus terrenos, además de que se dieron copycats, por otros oportunistas que también querían asesinar a mujeres (ver: https://es.wikipedia.org/wiki/Bajo_Ju%C3%A1rez:_La_ciudad_devorando_a_sus_hijas).
Platica Fraser que incluso en su lugar de nacimiento, había decenas de industrias y mineras que contaminaban con sus chimeneas el medio ambiente y que emitían plomo, sobre todo. “En Tacoma, se dio mucha de esa contaminación y varias personas decían que el aire era tan denso ‘que hasta se podía masticar”.
En efecto, la contaminación del aire, del suelo, del agua, está ocasionando enfermedades hasta desconocidas. Por ejemplo, en Canadá, en la provincia de New Brunswick, hace poco se dio el caso de 222 personas afectadas por un mal neuronal descapacitante, que las autoridades insisten que es un problema de Alzheimer o Parkinson o cáncer. Pero los familiares de los enfermos claman que es un problema de contaminación en el aire por algún tóxico (ver: https://www.theguardian.com/world/2025/may/08/mystery-brain-illness-canada-new-brunswick).
Justamente, por tantos tóxicos contaminantes, han incrementado las enfermedades crónico-degenerativas, tales como el cáncer, de todo tipo, la leucemia y males neuronales. Es el caso de los PFAS, los llamados químicos permanentes, usados en productos antiadherentes, como el teflón o para los extinguidores, que ocasionan cáncer, retraso mental, problemas cardiacos, daños en el embarazo y otros males (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/03/todos-tenemos-en-nuestros-organismos.html).
Cada día que pasa nos vamos muriendo, es muerte lenta.
Fraser no descarta todas las otras causas que llevan a un asesino serial a convertirse en uno. “Claro, todos tuvieron una infancia problemática, padres golpeadores, familias disfuncionales, fueron maltratados… pero no hay que descartar la teoría de que el envenenamiento por plomo, puede haber contribuido igualmente”.
Y también condena a las corporaciones, como Asarco (subsidiaria del depredador y contaminante Grupo México que la adquirió en su totalidad en el 2009), que no les importa los fallecimientos que toda su basura tóxica provoca. “Sí, ellos siempre hacen las cuentas y si ven que tendrán que pagar once millones de dólares por cada persona envenenada y eso es mucho menor que las ganancias que obtendrán si siguen los proyectos, pagan esas indemnizaciones. Y esos, también son asesinos seriales”.
Como hizo el mencionado Grupo México, que en el 2014, envenenó al río Sonora, por un colapso de una presa de jales, lo que ocasionó daño permanente al ecosistema, además del incremento exponencial de enfermedades crónico-degenerativas, como el cáncer. A la fecha, sólo ha pretendido reparar el permanente daño ecológico y la salud de miles, otorgando indemnizaciones a unos cuantos (ver: https://www.jornada.com.mx/noticia/2024/08/05/estados/persiste-el-dano-ambiental-de-grupo-mexico-en-el-rio-sonora-251).
Así que podríamos concluir que no sólo esos venenos industriales, como el plomo, provocan conductas anómalas, que llevan a crear asesinos seriales, sino que por sí mismos son asesinos seriales.
Y son producidos por los miles de contaminantes y depredadoras industrias que diariamente destruyen y polucionan al planeta.
Y esas corporaciones son los mayores asesinos seriales que hayan existido en nuestra historia reciente.
Contacto: studillac@hotmail.com